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Wonder Woman, arrojada a la tempestad



Existe la idea que el mundo de los cómics es uno diferente al de la literatura. Sin embargo, los cómics son otra forma de contar historias. De hecho, es la forma más antigua de contar la memoria. Evidencias de esto son las pinturas de las Cuevas de Altamira, Banzhá en México o Chiribiquete en Colombia.


Compartir una historia por medio de dibujos es otra de las formas de expresión que tiene la humanidad, los cómics herederos de esa forma de comunicación, tuvieron una enorme evolución durante el siglo XX. 


Al día de hoy muchas de estas publicaciones no son meros cuentos para niños y niñas, son espacios para la reflexión y comprensión de la realidad. Wonder Woman es un gran ejemplo de la evolución que ha tenido este género de la literatura. Nace desde un enfoque de empoderamiento femenino para las jóvenes lectoras de mediados de siglo XX. Sin embargo, este personaje no escaparía al escrutinio machista que en todos los círculos se encuentra y durante una buena parte del tiempo fuera del poder de su autor original, fue relegada al papel de “secretaria” en el Salón de la Liga de la Justicia.


El tiempo poco a poco le devolvió a Diana de Themyscira o Diana Prince su rol fundamental de fuerza, valentía y compasión propia del personaje. La presente historia es precisamente una de esas que le devuelve al personaje principal su temple y esencia. Vemos a una joven Diana que recién se está descubriendo, como una adolescente de 16 años.


Una Diana que en su Themyscira natal lucha porque su voz sea escuchada y tenida en cuenta. Y que, por cuestiones del destino, sale de su isla hacia el mundo de los “hombres”. Más allá de sus impresionantes poderes, es su profunda compasión por los más desfavorecidos lo que la distingue, convirtiéndola en un personaje cuya evolución deseamos seguir. Este crecimiento es alimentado por su descubrimiento de las diversas formas de injusticia que afligen a numerosos grupos humanos.


Una de las particularidades de la lectura del cómic es la dupla que hay entre el guion y la ilustración, la una no se puede sostener sin la otra. Es por ello que el trabajo del ilustrador es tan importante como la del escritor, la dupla de Hansel y Del Luca generan una maravillosa historia donde encontramos mensajes importantes que discutir en nuestra sociedad con una ilustración con una bella paleta de colores y llena de movimiento, que no cansa a la vista. Suele suceder en algunas historias, el uso del color es excesivo y puede cansar al lector o lectora, cosa que no sucede en este título.


Regresando a nuestro personaje principal, aquí presenta una nueva adaptación de su historia de origen, la cual no se limita al nacimiento de Diana, esta también nos adentra al origen de las Amazonas y su conexión con el panteón de Diosas Griegas, esto le da a esta historia un punto de originalidad frente a otras historias del personaje. La historia también responde a temas muy contemporáneos como la situación de los refugiados y la trata de personas.

A pesar de ser un texto sencillo, pensado para leer en una tarde, deja un importante mensaje para quien lo disfrute.


La presente reseña es una invitación a salirse de la zona de confort en cuanto a lo que se piensa es exclusivamente literario y dejarse abrazar por el mundo de los cómics, donde se pueden encontrar una gran profundidad filosófica, casi poética. Hay publicaciones que pueden captar la atención del lector exigente, como Sandman de Neil Gaiman, Batman año uno de Frank Miller y claro, las primeras historias de Wonder Woman escritas por su creador William Moulton Marston cuya historia es tan interesante como la de su personaje.


Wonder Woman, una heroína para todas las edades.


La historia es de Laurie Halse Anderson y las ilustraciones son de Leila Del Luca.


Reseña de Linda Zurek M.


 
 
 

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