Cien años de soledad: un puente visual hacia el universo de Gabo
- lasmilyunalectoras
- 22 dic 2024
- 2 Min. de lectura

La serie de Netflix, inspirada en Cien años de soledad es una obra de luces y sombras. Una adaptación ambiciosa que busca llevar el universo de Macondo al público global, pero que, en ese esfuerzo, no muestra el Caribe de Gabo en toda su riqueza y complejidad, tal como lo imaginamos quienes hemos habitado sus páginas. Sin embargo, y esto es importante decirlo, no considero que sea necesariamente algo negativo.
Después de ver los primeros ocho capítulos, tengo una reflexión y dos críticas.
La reflexión: nunca, en mis lecturas de la obra, me imaginé a los protagonistas como mestizos. Me cuestionó mucho sobre cómo mis privilegios definieron mi percepción de la historia. Hoy me encuentro redibujando mentalmente a los personajes. ¿Cómo luciría realmente un Coronel Aureliano Buendía, o una Úrsula, si nos detenemos a pensarlos desde la historia y el mestizaje que nos configuran?
En cuanto a las críticas, la primera es el acento. ¡Demasiado forzado! No sé cómo explicarlo, pero no suena a las personas que llevamos el Caribe por dentro.
La segunda crítica es la evidente decisión de oscurecer los rostros de varios actores, como si la producción no hubiera sabido encontrar una manera más orgánica de transmitir la diversidad que caracteriza la obra de Gabo.
Sin embargo, es una serie magistral en muchos aspectos. La música es perfecta, logra acompañar y elevar cada una de las escenas. La fotografía es preciosa, una verdadera manifestación del realismo mágico.
Sobre los personajes, debo decir que el Coronel me pareció mucho más melancólico de lo que recuerdo en el libro. Quizás sea mi memoria o una decisión de la dirección. Pero el personaje que fue interpretado con absoluta fidelidad es Úrsula. La actriz que encarna a la matriarca de la familia Buendía merece todos los premios. En la escena donde ve a su esposo amarrado al árbol, su actuación es arte puro: no necesita palabras, todo está dicho con sus ojos.
Para mí, la serie es una experiencia que merece ser vivida, incluso si no eres lector de Gabo. Vale la pena. Pero que quede claro: esta serie no es un reemplazo del libro, ni lo será jamás. Si algo, es un puente. Una ayuda para entenderla, pero nunca un sustituto de la historia que habita en las páginas de Cien años de soledad.
En el fondo, quizás eso sea lo que más agradezco de la serie: su capacidad de recordarnos que el Macondo de Gabo no tiene un solo rostro. Es múltiple, diverso, y sigue vivo en cada uno de nosotros.
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