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El Salvaje: duelo, muerte y amor en una novela que se lee con todos los sentidos

Actualizado: 10 ago

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Recientemente escuché a Guillermo Arriaga decir que un autor escribe lo que puede y no lo que quiere, y que la poesía no está dentro de lo que él puede. Quizás tenga razón. A lo largo de su obra: Salvar el fuego, Extrañas, Un dulce olor a muerte y El Salvaje (leídas en ese orden) no he encontrado rasgos poéticos intencionales en sus descripciones, sino una palpable y contundente realidad visceral; pero, sin que fuera su objetivo,


El Salvaje aborda la muerte con escenas poéticas, desde el asesinato de Juan José en manos de Juan Guillermo en el útero compartido, hasta su orfandad a temprana edad, perdiendo uno a uno cada miembro importante de su familia y criando dentro de él la sed de venganza, la culpa, la sombra.


Escenas evocadoras, que inspiran desde repudio y nostalgia hasta empatía, no aptas para todos pero necesarias para muchos, que rescatan también el valor de la amistad y el perdón. Algunas páginas parecen tener vida propia y las letras recrean la velocidad de las escenas: hay espirales, letras muy pegadas o muy s e p a r a d a s que elevan la intención de la narración.


En El Salvaje el duelo, la muerte y el amor convergen, como en la vida misma. Así como las historias de Juan Guillermo y Amaruq, que parecen cabos sueltos en el tiempo hasta que llega el día en que los hilos de las decisiones los obligan a cruzarse.


Es un libro extenso. De lectura pausada. Pero es apasionante en cada una de sus casi 700 páginas. Mi yo de hace 10 años no lo hubiera elegido, pero mi yo de ahora le lee hasta la lista del mercado a Arriaga. Y lo recomiendo plenamente.


Mafe Piñeres

@mafepineres

 
 
 

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