El infinito en un junco: Un ensayo sobre la inmortalidad de las palabras
- Amparo Montalvo
- 21 abr
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 abr

Irene Vallejo, escritora, ensayista y filóloga española, es una autora con gran capacidad para conectar la historia con situaciones contemporáneas. Es a partir de esta fortaleza que en el ensayo El infinito en un junco, escrito y editado en el 2020 por ediciones Siruela, nos lleva a través de un viaje al mundo de las letras a revisar la historia del libro y su impacto en la humanidad. Este recorrido nos permite explorar el poder de las palabras, la memoria y el conocimiento.
La prosa de Vallejo es poética y accesible y a través de su escritura muestra lo frágil del conocimiento, evidenciado en los diferentes hechos históricos que narra. El libro, además de describir la sabiduría acumulada a través del tiempo se constituye a su vez, en objeto de controversia, ya que en los episodios históricos que describe muestra como la censura, los incendios y la guerra han amenazado la conservación de libros y saberes.
El enfoque narrativo utilizado por la autora, combina investigación histórica, reflexiones filosóficas y relatos personales, creando un tejido rico y complejo. La autora no solo describe la evolución de los elementos utilizados para escribir como las tablillas de barro, rollos de papiro, invención de la imprenta y la era digital, sino que también reflexiona sobre el significado más profundo de la escritura.
El infinito en un junco invita a reflexionar sobre su relación con la literatura y el conocimiento, y Vallejo nos recuerda que, en un mundo en constante cambio, los libros siguen siendo un faro de sabiduría y conexión humana. En el relato desarrollado por la autora, nos dice como “Borges estaba hechizado por la idea de abrazar la totalidad de los libros”, pero nos lleva además al “Museo de Ptolomeo como una de las instituciones ambiciosas del helenismo, una primitiva versión de nuestros centros de investigación”.
Una de las frases interesantes encontradas en el libro es: “Son las sílabas silenciosas de la lectura. Leer construye una comunicación íntima, una soledad sonora que a los ángeles les resulta sorprendente y milagrosa, casi sobrenatural”. Sorprende la escritora la mención de autores como Paul Auster y Mark Twain en la descripción de sus textos.
Se refiere también al bibliotecario, como guardián de esa gran producción del conocimiento agrupada en textos individuales, esta era una labor desempeñada principalmente por hombres, pero a partir de principios del siglo XX, las mujeres comenzaron a adentrase en este oficio, pero sólo se permitía trabajar a mujeres solteras.
En fin, la lectura de El infinito en un junco, es un relato excelente acerca de la historia de la escritura y cómo acumular esos textos construidos.
Amparo Montalvo Prieto
@amontalvop31
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