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De "Salvar el fuego" a "El salvaje", crónica de una lectura intensa

FILSA 2017. Flickr.
FILSA 2017. Flickr.

Después de haber leído "Salvar el fuego", me lancé a "El salvaje" con cierta familiaridad hacia el universo narrativo de Guillermo Arriaga. Y aunque sabía que me enfrentaba a otro libro extenso, no imaginé que volvería a quedarme atrapada en su prosa durante tantas páginas sin perder el ritmo ni el interés.


Arriaga tiene una extraña habilidad, la de narrar la violencia con crudeza, pero también con una estética envolvente que hace muy difícil soltar el libro.


En "El salvaje", se repiten algunos de sus temas habituales: la venganza como motor, la violencia como herencia, la lucha de clases como telón de fondo, los perros como símbolos de lealtad y brutalidad, y los personajes racialmente ambiguos, que parecen no pertenecer del todo a ningún lugar. Todo esto se entreteje con maestría en una historia que se mueve entre México y una zona remota del norte, con dos líneas narrativas que terminan encontrándose de forma poderosa.


La novela tiene algo de fábula urbana, un poco más de western moderno y mucha humanidad. Hay dolor, furia, redención y preguntas difíciles sobre la justicia.


Es probablemente el único autor que me ha animado a leer libros tan largos, y no me arrepiento, "El salvaje" me mantuvo entretenida hasta el final. Y eso, para una persona que no lee libros de más de 200 páginas, ya es mucho decir.



Tatiana Rabat

@tatyrabatz

 
 
 

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